viernes, 30 de noviembre de 2012

Crisis y salud



La salud de una sociedad esta influenciada por múltiples factores que de forma convergente modulan un resultado en términos de salud en una población. 

Uno de esos factores, pero no el único e incluso puede que no ostente ni tan siquiera el adjetivo de principal, es el relativo a la sanidad, entendiendo como tal a la provisión de servicios sanitarios tanto desde las administraciones públicas como desde ámbitos privados. 

Estamos inmersos en una situación de crisis económica que tiene como característica la afectación   transversal en muchos de los factores que influyen en la salud de la población. 

Es importante no perder la visión global de todos estos factores y como están influyendo de forma directa y negativa en términos de salud poblacional. 

Situaciones de paro, de inestabilidad y precariedad laboral, de familias completas en situación de paro con ingresos mínimos de subsistencia, de subempleo…. están repercutiendo en aspectos tanto físicos como psíquicos de los ciudadanos llegando incluso a situaciones extremas que nos obligan a reflexionar sobre los costes en salud que el camino emprendido nos puede acarrear. 

Permanecer mudos ante este panorama, conviviendo en nuestra labor profesional diaria con personas en las que constatamos como su salud se deteriora, no me parece de recibo. Tampoco quiero abanderar posturas demagógicas que propugnen soluciones maravillosas que sé de antemano que no son mas que brindis al sol.

La política de recortes a ultranza está provocando una situación, que lejos de suponer un ahorro en aspectos relativos a la salud, van a provocar a medio plazo un aumento del gasto por el deterioro global de los indicadores de salud. 

Temas que creíamos olvidados como la alimentación insuficiente o deficitaria, ciudadanos sin vivienda donde poder mantener unos hábitos higiénicos necesarios para preservar su salud, están volviendo a hacerse presente en el día a día de la realidad social 

En una situación como la actual es preciso reformar y priorizar, preservando las actuaciones en temas vitales y postergando aspectos sanitarios de importancia relativa. Estas decisiones deben ser guiadas por criterios profesionales y no meramente economicistas por lo que es sencillamente imposible no contar con la participación de las profesiones sanitarias en sus reflexiones y toma de decisiones 

Es una política inaceptable la financiación de técnicas o recursos que no estén avaladas de forma fehaciente e incontestable por la evidencia y eficiencia de su puesta en marcha. 

Los profesionales tenemos que ser, más que nunca, conscientes de que tenemos la confianza de la sociedad en el uso de unos recursos que nos son ajenos y que, en consecuencia se espera de nosotros un uso exquisito de los mismos en aras a la eficiencia 





No hay comentarios:

Publicar un comentario